viernes, 18 de mayo de 2012

Escondida, como siempre.


Estaba dolida, me llegó un mensaje en el que me decían que mi hermano se tenía que ir de la Ciudad, por motivos de trabajo. Me hundí. Cuando yo estaba triste, no se lo decía a nadie, en cambio cuando estaba contenta, se lo decía a todo el pueblo. Ese día me quede encerrada en mi cuarto, pensando. Mi madre se preocupaba tanto por mí, que a veces llamaba a mi hermano y hablaban mucho tiempo. Me fui para casa.
Al llegar a casa, donde estaba sola, estuve llorando durante horas, pensando que se me acababa la vida, notar que me faltaba algo. Estaba igual siempre, por fuera estaba bien, pero al llegar a casa, donde estaba completamente sola, mis penas volvían otra vez a dejarme por los suelos.
Mi corazón, siempre recordara esos momentos, juntamente con otros, esas mañanas que no tenía sueño y me iba a la habitación de mi hermano, y él se quedaba hablando conmigo hasta que me dormía, cuando me protegía delante de mis padres si hacia algo malo. Tenía la sensación de que sin él, yo no podría, por mucho que fuera mi hermano, me lo quería muchísimo más de lo que parecía, no lo veía nunca pero esos momentos con él, eran inolvidables. Pase tiempo dolida, pero de repente entro mi padre en mi habitación y me dijo que él venía a pasar todo, completamente todo el verano, porque le daban días de fiesta, y venía a ver a sus amigos y a la familia, pero antes tenía que jugar un partido muy importante. Marcó un gol, y me lo dedico, se subió la camiseta, que llevaba una debajo, y en un pequeño texto ponía “Para mi hermanita, que me la quiero mucho” cuando vi esa imagen, desde el mismo campo en Madrid, me cayeron las lágrimas, vi que mi hermano, aunque pasara mucho tiempo con sus amigos, y muy poco conmigo, observe que me quería mucho más de lo que me imaginaba.

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