Es una historia, muy rara, es bastante diferente a la normal, porque… ¡es terrorífica!
Éranse una vez, dos hermanas. Gemelas, para ser exactos. Vivían en la capital de España, ¡sí, cierto, eso es! … Madrid. Estaban
muy unidas, y todo lo hacían juntas, pero, por desgracia llegó su edad de
adolescencia.
Eran un poco mal educadas, bueno para qué engañarnos, eran muy mal educadas.
-Por favor, ¡bajad el volumen de la
música! - repetía cada cinco minutos su madre.
-¡Cállate, y déjanos en paz! - le
decían a la vez con una voz… un tanto peculiar.
-¡Soy vuestra madre, y me tenéis que obedecer!
Ahora como castigo, vuestro abuelo está
afónico, por ese motivo no puede ir al coro los sábados por la mañana. Le iréis
a dar un poco de miel y galletitas -dijo la madre un poco indignada.
-¿Por qué lo tenemos que hacer, porque
tú lo digas?- Respondieron con un tono muy desagradable.
-Lo haréis, si no queréis que os mande
a un internado -reprochó con una voz un poco más grave.
-De acuerdo ... -dijeron las niñas con una
voz un poco entristecida.
Las dos hermanas, salieron con la miel y el
pan, iban caminando por el centro de Madrid, cuando de repente se encuentran a
un pequeño gatito que les seguía. Ellas, no le prestaron atención, pero, más
tarde se encontrarían con su problema.
El gato dejó de seguirlas, una de las
hermanas se desvió junto al dulce gatito por un camino bastante rocoso.
La otra hermana, al darse cuenta, les
siguió, para no quedarse sola.
El gato, les llevó a una calle
cerrada. En aquella calle, solo había un hombre de mal gusto, sin modales, con
la ropa sucia, y con los dientes negros.
Las chicas, le empezaron a insultar,
gran fallo, eso les podría traer bastantes problemas. Pero, parecía que no les
importara mucho…
El hombre intentó cogerlas del
brazo, casi coge a una de ellas, pero la otra le impulsó hacia delante. Un
poco asustadas corrieron un buen rato. La miel y el pan se quedaron en aquel callejón
oscuro.
María, una de las hermanas, se preocupó
por aquel cesto lleno de miel y pan tostado, ella con mucha furia, corrió
marcha atrás para cogerlo. Corrió bastante peligro, pero al final pudo salir de
todo aquel lío, se fueron a casa del abuelo y por seguridad se quedaron a
dormir. No se sabe quién puede haber en la calle.
1 comentario:
Hola, Susana, has escrito un buen relato. Has ofrecido una imagen de Caperucita muy diferente de la tradicional. Lástima que la imagen y la historia no tengan relación.
Publicar un comentario